Había una vez una pequeña niña llamada Marina que nació en una casa frente al mar. Desde su nacimiento, el sonido de las olas y la brisa del mar se convirtieron en la banda sonora de su vida.
Marina amaba el mar y todo lo que representaba. Ella pasaba horas jugando en la playa, recolectando conchas y observando a los peces nadar en el agua cristalina.
Un día, mientras jugaba en la playa, Marina notó algo extraño en el agua. Se acercó y descubrió que una pequeña tortuga había quedado atrapada entre las rocas. Marina no dudó en ayudar a la tortuga, la sacó con cuidado de entre las rocas y la llevó al agua, donde la dejó nadar libremente.
La tortuga, agradecida, decidió recompensar a Marina. La noche siguiente, Marina tuvo un sueño maravilloso en el que se encontraba en el fondo del mar rodeada de coloridos peces y plantas submarinas.
Desde ese día, Marina se convirtió en la mejor amiga de todos los animales del mar. Cada vez que necesitaban ayuda, ella estaba allí para ayudarlos, y siempre recibía una recompensa en forma de un sueño mágico.
Marina creció feliz y rodeada de amor por el mar y todas las criaturas que habitan en él. Y aunque pasaron muchos años, siempre recordaba con cariño aquella vez en que una pequeña tortuga le concedió el regalo más precioso de todos: una aventura submarina dentro de sus sueños.